miércoles, 2 de julio de 2014

LA GALLINA







Señora gallina.

Ya deje de cacarear, que usted se queja de cualquier cosa.


Por qué no aprende de sus primas: el cisne o el flamenco, que al menos llevan su cuello erguido y se pasean sabiendo que nadie las persigue.

¿Cuándo va a levantar usted la cabeza si se la pasa picoteando el suelo en busca de no sé qué gusanos o basura?

Ya deje ese paso de balancín embarazado, de culo gordo y patas cortas. ¿No ve que la gracia no se hizo para usted y que sería mejor que se escondiera?

Y, ¿para qué tanto plumaje desteñido si apenas vuela?

Ah, me dirá usted, que yo soy “Mamá gallina” y ese título nadie me lo quita. Sí, mamá gallina... y, ¿no será que tiene miedo hasta de su sombra y por eso anda tan cariñosa con sus pollitos?

¿Y esa cara de tragedia? ¿Se la ha visto alguna vez? No crea que me engaña su fruncido, vaya con otro con su cuento.

¿Le han dicho a usted lo fea que es? No sé cómo el gallo tiene ojos para usted; o, ¿será por ello que los tiene saltones, pues no puede creer lo que ve?

Y ya la dejo señora, que empollando huevos está usted, ¿no será ese un pretexto para estar echada y holgazanear? 


* El ejercicio buscaba hacer mofa de la gallina o tal vez se trata de un gavilán resentido que pasó por ahí...

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