jueves, 30 de agosto de 2012

"Malena en ..." C. VI: Lloro...


Cuadro 2 y 3.

Exploración en las fuentes del río Orinoco y La torre.

Me desconcierta no encontrar tus lágrimas, Varo. Déjame llamarte: Varo, y no Remedios, que me suena a enferma y a medicinas. Es tu apellido misterioso, hueco, intenso; así imagino que eres. Varo, ¿dónde están tus lágrimas? ¿Por qué no aparecen en tus cuadros? No creo que te hayas pasado la vida sin ellas, tan necesarias, tan imprescindibles como son. Tú sabes como yo que limpian el cuerpo y el espíritu. ¿Cómo podríamos vivir sin ellas? ¿O será que con ellas llenaste tus cuadros de mares azules y transparentes? ¿Son acaso esos lagos-ríos-cielos-océanos que navegas en barcas extraordinarias impulsadas por máquinas aladas?  De ser así, nunca volveré a ver tus cuadros pensando que olvidaste pintar tu dolor. Me viene a la mente el cuadro: Exploración en las fuentes del río Orinoco, extraordinaria. La busco en mi libro de láminas. Sí, es tal como la recuerdo, pero ahora veo algo más. Ese gran río está alimentado por tus lágrimas, ¿verdad? Tus lágrimas brotan de una copa de cristal que no es otra cosa que el cristalino de tu ojo. Sí. Tu llanto es igual que el mío, lágrimas que salen del centro de un tronco, de un espacio interno que guarda pasillos y cámaras ocultas. Pero esas lágrimas te soportan, te sirven de medio para navegar por la vida. Sin ellas no vas a ninguna parte. Janet dice del cuadro que “la valiente heroína ha emprendido sola un viaje para encontrar la «fuente»”. Y no hay duda en ello. Vean que a este viaje en busca del origen del ser se va solo. Eso es muy importante. Ahí, no se puede ir de otra forma. Lágrimas y soledad, el mismo que camino que seguí en la vida cuando era una niña. Pienso que la frustración y el dolor es la materia del agua de tus cuadros, Varo. Las lágrimas son “el líquido alquímico de la transformación”, dice más adelante Janet. Yo también lo creo: ellas, al ir sacando los recuerdos dolorosos que nos lastiman, los transforman en algo bueno y útil. Sin esas lágrimas, el cuerpo se reblandecería y pudriría con todo lo malo que se le queda adentro. 

Estoy acostada aquí en mi cama, con la cabeza sobre la almohada a la mitad del día o a la mitad de la noche, no sé, qué más da, después de todo uno no escoge el momento para sentirse triste y dejar que las lágrimas resbalen por las mejillas hasta formar un lago en el cuenco de la oreja que luego empapa la funda, una funda que huele a limpio y un poco a almidón planchado, cómo me gusta este olor, no sé porqué pienso en esto si no es hora de pensar en la funda, sino en que estoy triste y lloro, en que mi cuerpo enconchado se sacude con cada sollozo acompañado de un chirrido fuerte y uno quedo de la base de fierro de la cama, y ahora me vuelvo a distraer pensando que esto me debería dar risa, y sí me da risa,  pero sigo llorando, y es que lloro “hasta porque vuela la mosca”, eso dice mi papá, y es cierto, lloro por cualquier cosa,  bueno,  casi por cualquier cosa:

 lloro porque me ven feo

 lloro porque alguien me grita

 lloro porque no me gusta el huevo, ni la leche, ni el pescado, ni nada de lo que deben de comer los niños para estar sanos y fuertes

 lloro porque no me puedo levantar de la mesa hasta que no me termine todo, y así me quedo contemplando el plato dándole vueltas y vueltas a esos trozos de carne que no puedo masticar porque están llenos de pellejos, esperando que llamen a mi mamá por teléfono para colocarlos uno a uno en una servilleta que hago un ovillo para tirarlo más tarde en la taza del baño.

 lloro porque a mí solo me gustan las cosas que para ellos son porquerías

 lloro porque no quiero ir a la escuela, porque me quiero quedar jugando en la casa

 lloro porque quiero estar con mi hermana que cursa la pre-pri y no me callo hasta que me llevan con ella; por eso,  nunca cursé el kinder

 lloro porque la miss. mery es una vieja bruja que me pone a leer en inglés cuando ni siquiera lo puedo hacer en español, y lloro más fuerte cuando me dice que aprenda a mi hermana 

lloro porque en el colegio mi mejor amiga me las cortó y ahora ya no tengo con quién jugar

lloro porque la gorda ojos de gata me dijo mocosa y entonces creo que tengo mocos en las narices, y sigo llorando porque sí, soy un ratón pequeñísimo frente a su voluminoso cuerpo gatuno

lloro porque mi abuela me dijo “negrita” y todos en mi casa son blancos

lloro

lloro

lloro

Mi papá me dijo que de tanto llorar se me iban a acabar las lágrimas,  pero yo no le creí y seguí llorando por mucho, mucho tiempo,  hasta que un día…  dejé de llorar,  y luego…, cuando quise volver a llorar, ya no pude. 

Continuará.

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