¿Porqué cuelgas muda del sauce? de May Zindel |
TESTIMONIOS:
Estudié Ingeniería Industrial y conseguí trabajo en una empresa internacional. Poco a poco, y teniendo que competir de manera imparcial con ingenieros hombres, llegué a tener un buen puesto en la empresa. Como me dediqué a mi carrera no pensaba en casarme por esa época. Pero nunca se me olvidó que quería ser mamá y formar una familia. Me casé ya pasados los treinta años y tuve a mis dos hijos. Seguí trabajando en la empresa porque no quería perder mi puesto. En esa época cambiaron a mi esposo de plaza y tuvimos que mudarnos de ciudad. Para mí fue algo muy duro porque tuve que renunciar a mi trabajo. En la nueva ciudad tenía que empezar de cero, así que preferí quedarme a cuidar a mis hijos y ver la casa. Pero no estoy contenta. Ahora tengo que estirar la mano cada vez que necesito dinero para algo extra que no sea de la casa, cuando yo siempre tuve mi dinero para lo que necesitara. Me da una mensualidad y me dice: “atente a eso y no te pases, porque no hay más”. Pero si suben las cosas o surge algo inesperado, le tengo que estar haciendo cuentas hasta de los centavos. No me gusta depender económicamente de mi marido. Si él me hiciera partícipe de lo que trae a la casa, yo me sentiría más responsable de cuidar nuestro patrimonio, pero como no sé ni cuánto gana, ni qué hace con el dinero, pues, yo sólo me atengo a lo que me da y siempre estoy en una rebatinga constante con él. No estoy acostumbrada a eso. Yo era independiente y ahora me siento un poco como su esclava, más que como una compañera de un proyecto en común.
Sandra.
Cd. De México.
Estudié una carrera profesional y la terminé poco tiempo después de haberme casado. Mi gran ilusión de siempre era formar una familia, pero mi carrera también era importante. Como no tuvimos hijos pronto me puse a trabajar. Cuando supe que estaba embarazada decidí seguir trabajando hasta que naciera mi hijo, pero tuve una amenaza de aborto y el doctor me dijo que me tenía que poner en reposo para no perderlo. Me quedé en cama seis meses hasta que nació mi hijo y por supuesto que para entonces ya me habían corrido del trabajo. Me quedé a cuidarlo y pensé que ya luego volvería a encontrar otro trabajo, pero volví a quedar embarazada. Así que me quedé cuidando a mis hijos un tiempo más. Cuando ya estuvieron más grandes, quise buscar trabajo pero en todos lados lo primero que me preguntaban era dónde había trabajado y mis años de experiencia. Cuando se enteraban de que no había casi practicado mi carrera, me daban el avión sin ver mis estudios, ni nada. Cuando renuncias a una carrera profesional allá afuera, me doy cuenta de que es para siempre, porque te ven como una inútil por haberte dedicado al trabajo de la casa y a cuidar niños. Es peor que empezar de cero, porque estás compitiendo con chavos que están frescos pues acaban de salir de la uni. Si quiero trabajar tendré que hacer algo que no tenga que ver con la carrera que estudié, acabar en lo que todas acaban por un motivo u otro: las ventas, porque de otra cosa está en chino, o me tengo que poner al día y volver a estudiar. Los ciclos de la mujer son distintos al de los de los hombres, pero todo el sistema está diseñado para el desarrollo de éstos y no de las mujeres que sólo cuentan con un periodo determinado de tiempo para tener a sus hijos. Ese tiempo coincide con la edad en la que se empieza una carrera profesional. Nosotras, a los 45, 50 años estamos listas para trabajar profesionalmente (porque nuestros hijos ya se pueden arreglar solos); sí, pero ahora es demasiado tarde para hacer una carrera profesional. Si no tuviera la presión social y de mi marido de que ahora ya puedo “trabajar” fuera de casa, me sentiría mejor y satisfecha con lo que he logrado construir en mi familia y realizaría otras actividades que también me gustan y que no pude hacer cuando tenía a los hijos chicos: hasta volver a estudiar otra carrera.
Martha.
Jalapa, Ver.
Soy Mónica y llevo veinticinco años de casada. Estudié una carrera profesional, pero renuncié a su práctica para dedicarme a la casa y a los hijos. Mi marido es muy responsable y siempre ha mantenido a la familia. Nunca nos ha faltado nada. Creo que ha logrado ser muy exitoso en su trabajo porque sabe que yo estoy cuidando a sus hijos y tengo la casa cuidada y limpia. Me gusta cocinar, así que siempre estoy pendiente de que haya una buena comida para todos, y que sea saludable. Eso me lleva mucho tiempo, pero lo hago con gusto. Todo estaba bien hasta que mi mamá se puso mala y todos los hermanos nos vimos en la necesidad de ayudarla con dinero. No sé cómo pedirle a mi marido que me dé éste dinero extra para ella. Como no cuento con recursos propios, decidí trabajar por mi cuenta para que el dinero que saque se lo pueda dar a mi mamá sin cargo de conciencia, pues sé que para él, mi mamá sólo es su suegra.
Los Cabos.
Continuará.
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