lunes, 27 de septiembre de 2010

Proveedor-A. (2a. parte)

     
      Acabo de ver la película Partir de la directora Catherine Corsini del 14 Tour del Cine Francés en México, y me he quedado fría al comprobar que las relaciones de dominio y sojuzgamiento dentro de un matrimonio por cuestiones económicas, no se circunscriben a una cultura y medios específicos, sino que se desarrollan y crecen en todas las culturas, clases sociales y épocas. En la película, Suzanne, esposa de un médico y ama de casa, decide retomar su trabajo de quiropráctico al que había renunciado cuando se dedicó a criar y cuidar a sus hijos que ahora son adolescentes. Durante la remodelación de su consultorio, conoce a Iván, el albañil a cargo de la obra. Se atraen mutuamente y deciden vivir su relación. Suzane abandona el hogar para comenzar una nueva vida junto a Iván.

     Tomo dos frases de la película que parecen contener el eje de la trama y en las que me gustaría detenerme sin entrar en polémica ni juicios morales acerca del comportamiento de todos los involucrados en el triángulo amoroso. La frase es la siguiente y la dice el esposo fiel, "proveedor" del hogar, ordenado, racional, controlado, etc. cuando se entera que ella deja la casa para irse a vivir con el amante: "Tú no eres nada sin mí", que viene a completarse con una más adelante en el relato: "Si quieres recuperar tu casa, tus cosas, tu estatus económico, bienestar personal y profesional, regresa a casa", porque "sin mí tú no tienes nada" (completo la frase porque está implícito). Dos frases demoledoras para la mujer que la nulifican en todos los sentidos.  La coacción económica como único recuso en esta lucha por conservar el poder, y el trueque mezquino de un perdón a cambio de su libertad. ¿En tan pobre estima se tiene el esposo que tiene que recurrir al chantaje para retener lo que ya se ha ido? ¿No sabe que retener a alguien en contra de su voluntad es no tenerla al fin y al cabo pues, qué es un cuerpo sin la persona? Es una película que habla de los extremos a los que puede llegar la inseguridad y la baja autoestima en un hombre que lo único que blande en su defensa es el dinero.  El desenlace de la película no es otro que la respuesta obligada de quien se siente asfixiado. El poder económico es y ha sido siempre un arma que ha colocado al hombre en una posición de dominación en todos los aspectos de la vida humana. Uno de ellos, el matrimonio, está diseñado para perpetuarlo y afirmarlo. Este acaparamiento del patrimonio en la figura paterna ha llevado a la mujer ha buscar su independencia económica a través de la única vía que se le deja: trabajar fuera de casa en una doble jornada que le impide rendir 100% en ambas actividades.

   ¿Porqué, yo me pregunto, no se le da a la mujer su participación en el patrimonio conjugal para que ella sea libre de elegir permanecer y trabajar por y para la familia que ha escogido formar?

Continuará.

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