lunes, 26 de octubre de 2015

"Trilogía de la ocupación" de Patrick Modiano




Obra escrita en francés compuesta por tres novelas que hablan sobre la ocupación nazi en París en la SGM y la manera en que los franceses colaboraron con ellos:  El lugar de la estrella, La ronda nocturna, y Los paseos de circunvalación.
Como toda realidad compleja es necesario fragmentarla para acceder a ella. Es por ello que hoy hablaré sólo de algunos aspectos de la primera novela: El lugar de la estrella, cuyo protagonista es un judío nacido en la Francia liberada después de la SGM llamado Rafael Schlemilovitch. La segunda y tercera novelas están relacionadas entre sí con algunos personajes comunes (sin usar los mismos nombres), que giran alrededor de ese periodo caótico de la ocupación nazi en Francia, donde se fermentan los más bajos instintos del hombre.
Es una novela escrita por Modiano a los 23 años, sumamente compleja y que requiere más de una lectura. Es importante en la primera de estas lecturas dejarse llevar por el ritmo de narración y las sensaciones que nos produce (desconcierto, confusión, etc.) sin tratar de entenderla, pues son muchas las referencias que nos obligarían a estar consultando una enciclopedia en casi cada párrafo.  Por otro lado, es una obra muy francesa, parisina en muchas de sus referencias y a las cuales no estamos habituados. Sin embargo, pasando ese escollo cultural, la obra nos ofrece un panorama general de lo que produce una guerra además de muerte y dolor: un envilecimiento del hombre que busca aprovecharse del caos general perdiendo todo sentido ético y moral.
Tanto los títulos como los epígrafes en un relato nos hablan de lo que nos espera en la lectura. No sólo es un signo introductorio, nos adelanta el tema principal. Podríamos decir que el título es una síntesis del contenido del relato y el epígrafe, la explicación de dicho contenido.  En la novela de Modiano, el título en francés es “La place de l’étoile”, que traducido diría: El “lugar” de la estrella. ¿Qué es el lugar de la estrella? ¿Cuál es ese lugar? La traductora nos aclara que “la place” en francés tiene dos acepciones posibles: como una plaza: “la plaza” (La Plaza de la Estrella) o como un espacio o lugar, “el lugar” (El lugar de la estrella), y en este juego de palabras del autor podemos interpretar ambas, pues están ligadas al epígrafe que busca la ambigüedad del título a través de un chiste judío:  “En el mes de junio de 1942, un oficial alemán se acerca a un joven y le dice: « Usted perdone, ¿dónde está la plaza de la Estrella? » Y el joven se señala el lado izquierdo del pecho”.

Para empezar, tenemos dos significados en el título: el primero se refiere a La Plaza de la Estrella de París, lugar donde confluyen varias de las principales arterias de la ciudad y que la divide en distintos barrios. Estos barrios se caracterizan por ser de distinta índole: unos pertenecientes al “mundo” y otros al “submundo” urbano de París. En la novela estos espacios se entrelazan continuamente teniendo como punto común la “estrella de David”, es decir, la cuestión judía en la SGM.  Siendo la Plaza de la Estrella el espacio identitario de los parisinos, Modiano juega con ese doble sentido: el francés y el judío que es el motivo de su novela. Y un segundo significado se refiere al lugar donde los judíos debían colocarse la estrella de David para ser reconocidos como tales por la SS del régimen nazi. La estrella de David es un signo identitario del judaísmo y fue, durante la SGM la marca de la muerte.
Pero en la novela se manejan otros significados de “el lugar de la estrella” igualmente importantes y que entrarían dentro de la misma ambigüedad que se juega en el epígrafe:
“El lugar” como el espacio físico o espiritual que acoge o expulsa al Otro. En el caso de esta novela el Otro es el judío y el espacio Francia. ¿Cuál es “el lugar del judío” en la Francia de la SGM? Fuera, en los campos de exterminio alemanes.  El protagonista se sabe francés pero no se siente completamente francés porque siempre ha sido señalado como judío antes que cualquier otra cosa. Cuando llega a Israel le preguntan si es francés, él contesta: “No soy francés del todo, almirante, soy JUDÍO francés, JUDÍO francés” (118). Este no pertenecer a ningún lugar y al mismo tiempo a todos, ha sido el resultado múltiples variables, algunas de las cuales Modiano nos expone: la diáspora judía, la absoluta convicción de ser diferentes y superiores a los demás, y a carecer, hasta el año de 1948, de un estado territorial. 
Está también “el lugar” como apropiación de la identidad del otro. Decimos: “tomar el lugar del otro”. Rafael se identifica con judíos sobresalientes de su época y pasados, es decir, toma “el lugar de la estrella”, estrellas en este caso: “se apropia de la muerte de Nerval, de la estilográfica de Proust y de Céline, de los pinceles de Modigliani y de Soutine; de las muecas de Groucho Marx y de la tuberculosis de Kafka” (114).  Pero antes ya se había apropiado de la confesión de un falso Jacob X para mover a la opinión pública a favor de una causa judía. O toma el nombre de su amigo muerto en su papel de proxeneta y trata de blancas para que nadie sospeche de él. Al ser una novela de corte autobiográfico podemos suponer, sin afirmarlo, que Rafael toma el lugar de Modiano, y el padre judío colaboracionista, traidor y delincuente que vivió en el París ocupado, el de su propio padre.
Ese mes de mayo en que los americanos liberan París y el pueblo se reúne con ellos en una gran fiesta en la plaza principal, Modiano la nombra de una manera nueva usando un ingenioso juego de palabras que sólo se comprende en francés: la plaza de “la Estrella” (l’étoile, en francés) ahora la llama la plaza de Les États-Unis (Les États-Unis, Los Estados Unidos en español) cuyos sonidos son similares: “létua” y “léta”, haciendo una referencia irónica de que la plaza principal de Francia ahora está  “ocupada” por el ejército de los Estados Unidos.
“El lugar de la estrella” es también el nuevo Estado de Israel creado después de la SGM. Rafael es exiliado a Tel Aviv por los propios judíos franceses sobrevivientes de la guerra y pasa tres meses en un kibutz disciplinario replicando los métodos de tortura y reeducación usados por la Gestapo y la KGB, donde se pretende hacer olvidar al judío su condición de víctima que arrastra de milenios, y así construir una nación nueva con jóvenes propositivos sin “neurosis paralizantes”.  Se hace una equivalencia entre la policía y el ejército israelí y la Gestapo, al grado que Rafael llega a confundirlos. Los acérrimos enemigos de los judíos y los judíos se comportan exactamente igual: idea fundamental en el libro de Modiano.
La negación del título también está presente a lo largo de toda la novela como un espacio de impunidad y desorden: el “no lugar” de la estrella remite directamente al “judío errante”: Rafael está en continuo movimiento, va de un lugar a otro dentro de la ciudad y fuera de ella. Viaja a otros países europeos como Suiza y Austria y Tel Aviv. Las principales características del nomadismo son  el anonimato y la no localización en un punto determinado. Ese no lugar es el espacio de la no identidad, del no arraigo, del desamparo, pero también de la delincuencia sin rostro, de la absoluta impunidad.
Modiano crea todo un universo alrededor de esta metáfora espacial que invita a reflexionar sobre la cuestión judía en Europa vista desde una perspectiva completamente nueva, alejada de la propagandística abaratada en la que había caído, especialmente después de la SGM. No se trata de olvidar o subestimar este oscuro periodo de la historia, pero siempre es necesario conocer el otro lado de la moneda para comprender la naturaleza humana en toda su complejidad y miseria. La realidad es que hubo una complicidad en mayor o menor grado en la mayoría de los países europeos con el antisemitismo. Esto creó un ambiente de posguerra de conmiseración para resarcir en algo esta complicidad, dando lugar a muchas injusticias e impunidad. Entre ellas, la promesa de una misma tierra (lejos de Europa, que es quien tuvo que asumir su culpa, y que se sumó al fin del colonialismo inglés y francés en esa región del mundo) a dos pueblos distintos: el palestino y el judío provocando un conflicto que dura hasta nuestros días. Modiano también expone cómo muchos judíos llegaron a actuar de la misma forma que la propia Gestapo y la KGB. En vez del perdón, los judíos colaboracionistas que llegaban al nuevo Estado de Israel se encontraban con los suyos disfrazados de nazis juzgándolos de manera imparcial y expedita. Unos eran eliminados sin más, y otros, llevados a kibutz penitenciarios sujetos a programas de adoctrinamiento o reeducación al estilo de los gulag rusos.
El odio y la venganza después de los conflictos no ayuda a la solución de los problemas ni a la restauración de un nuevo orden porque quedan resentimientos que pasan de generación en generación. Pueblos que han decidido parar la “carnicería” de los opositores a un régimen determinado, como el caso de España después de Franco, han dado ejemplo de lo que se debe hacer para romper la cadena de venganzas que sólo lleva a más muertes. “La promesa de un país libre y democrático […] pudo mucho más que la vieja búsqueda de desagravio o el afán de reparación” (Javier Marías,  Así empieza lo malo). 
En esta primera novela de la trilogía Modiano nos presenta la realidad de la posguerra desde el punto de vista de un judío, “hijo” de la guerra. En ella nos muestra que las guerras siguen produciendo muertes en cualquiera de sus formas aún después de terminadas: desde enfermedad física a  invalidez,  locura,  suicidio y venganza.

Puebla, Puebla.
Octubre de 2015.


1 comentario:

Malicha Puebla dijo...

Lo urdirás felicidades! Me gustó mucho se me hizo muy interesante. Puedo circularla con algu@s de mis compañer@s que eles gusta la literatura?
Saludos
Malicha