Obra escrita en francés compuesta por tres
novelas que hablan sobre la ocupación nazi en París en la SGM y la manera en
que los franceses colaboraron con ellos:
El lugar de la estrella, La ronda nocturna, y Los paseos de
circunvalación.
Como toda realidad
compleja es necesario fragmentarla para acceder a ella. Es por ello que hoy
hablaré sólo de algunos aspectos de la primera novela: El lugar de la estrella, cuyo protagonista es un judío nacido en la
Francia liberada después de la SGM llamado Rafael Schlemilovitch. La segunda y tercera novelas están
relacionadas entre sí con algunos personajes comunes (sin usar los mismos
nombres), que giran alrededor de ese periodo caótico de la ocupación nazi en
Francia, donde se fermentan los más bajos instintos del hombre.
Es una novela escrita por
Modiano a los 23 años, sumamente compleja y que requiere más de una lectura. Es
importante en la primera de estas lecturas dejarse llevar por el ritmo de
narración y las sensaciones que nos produce (desconcierto, confusión, etc.) sin
tratar de entenderla, pues son muchas las referencias que nos obligarían a
estar consultando una enciclopedia en casi cada párrafo. Por otro lado, es una obra muy francesa,
parisina en muchas de sus referencias y a las cuales no estamos habituados. Sin
embargo, pasando ese escollo cultural, la obra nos ofrece un panorama general
de lo que produce una guerra además de muerte y dolor: un envilecimiento del
hombre que busca aprovecharse del caos general perdiendo todo sentido ético y
moral.
Tanto los títulos como los
epígrafes en un relato nos hablan de lo que nos espera en la lectura. No sólo
es un signo introductorio, nos adelanta el tema principal. Podríamos decir que
el título es una síntesis del contenido del relato y el epígrafe, la
explicación de dicho contenido. En la
novela de Modiano, el título en francés es “La
place de l’étoile”, que traducido diría: El “lugar” de la estrella. ¿Qué es el lugar de la estrella? ¿Cuál
es ese lugar? La traductora nos aclara que “la place” en francés tiene dos acepciones
posibles: como una plaza: “la plaza” (La Plaza de la Estrella) o como un
espacio o lugar, “el lugar” (El lugar de la estrella), y en este juego de
palabras del autor podemos interpretar ambas, pues están ligadas al epígrafe
que busca la ambigüedad del título a través de un chiste judío: “En el mes de junio de 1942, un oficial
alemán se acerca a un joven y le dice: «
Usted perdone, ¿dónde está la plaza de la Estrella? » Y el joven se
señala el lado izquierdo del pecho”.
Para empezar, tenemos dos
significados en el título: el primero se refiere a La Plaza de la Estrella de
París, lugar donde confluyen varias de las principales arterias de la ciudad y
que la divide en distintos barrios. Estos barrios se caracterizan por ser de
distinta índole: unos pertenecientes al “mundo” y otros al “submundo” urbano de
París. En la novela estos espacios se entrelazan continuamente teniendo como
punto común la “estrella de David”, es decir, la cuestión judía en la SGM. Siendo la Plaza de la Estrella el espacio
identitario de los parisinos, Modiano juega con ese doble sentido: el francés y
el judío que es el motivo de su novela. Y un segundo significado se refiere al
lugar donde los judíos debían colocarse la estrella de David para ser
reconocidos como tales por la SS del régimen nazi. La estrella de David es un
signo identitario del judaísmo y fue, durante la SGM la marca de la muerte.
Pero en la novela se
manejan otros significados de “el lugar de la estrella” igualmente importantes
y que entrarían dentro de la misma ambigüedad que se juega en el epígrafe:
“El lugar” como el espacio
físico o espiritual que acoge o expulsa al Otro. En el caso de esta novela el
Otro es el judío y el espacio Francia. ¿Cuál es “el lugar del judío” en la
Francia de la SGM? Fuera, en los campos de exterminio alemanes. El protagonista se sabe francés pero no se
siente completamente francés porque siempre ha sido señalado como judío antes
que cualquier otra cosa. Cuando llega a Israel le preguntan si es francés, él
contesta: “No soy francés del todo, almirante, soy JUDÍO francés, JUDÍO
francés” (118). Este no pertenecer a ningún lugar y al mismo tiempo a todos, ha
sido el resultado múltiples variables, algunas de las cuales Modiano nos expone:
la diáspora judía, la absoluta convicción de ser diferentes y superiores a los
demás, y a carecer, hasta el año de 1948, de un estado territorial.
Está también “el lugar”
como apropiación de la identidad del otro. Decimos: “tomar el lugar del otro”.
Rafael se identifica con judíos sobresalientes de su época y pasados, es decir,
toma “el lugar de la estrella”, estrellas en este caso: “se apropia de la
muerte de Nerval, de la estilográfica de Proust y de Céline, de los pinceles de
Modigliani y de Soutine; de las muecas de Groucho Marx y de la tuberculosis de
Kafka” (114). Pero antes ya se había
apropiado de la confesión de un falso Jacob X para mover a la opinión pública a
favor de una causa judía. O toma el nombre de su amigo muerto en su papel de
proxeneta y trata de blancas para que nadie sospeche de él. Al ser una novela
de corte autobiográfico podemos suponer, sin afirmarlo, que Rafael toma el
lugar de Modiano, y el padre judío colaboracionista, traidor y delincuente que
vivió en el París ocupado, el de su propio padre.
Ese mes de mayo en que los
americanos liberan París y el pueblo se reúne con ellos en una gran fiesta en
la plaza principal, Modiano la nombra de una manera nueva usando un ingenioso
juego de palabras que sólo se comprende en francés: la plaza de “la Estrella” (l’étoile, en francés) ahora la llama la
plaza de Les États-Unis (Les États-Unis,
Los Estados Unidos en español) cuyos sonidos son similares: “létua” y “léta”,
haciendo una referencia irónica de que la plaza principal de Francia ahora
está “ocupada” por el ejército de los
Estados Unidos.
“El lugar de la estrella”
es también el nuevo Estado de Israel creado después de la SGM. Rafael es
exiliado a Tel Aviv por los propios judíos franceses sobrevivientes de la
guerra y pasa tres meses en un kibutz disciplinario replicando los métodos de
tortura y reeducación usados por la Gestapo y la KGB, donde se pretende hacer
olvidar al judío su condición de víctima que arrastra de milenios, y así
construir una nación nueva con jóvenes propositivos sin “neurosis paralizantes”.
Se hace una equivalencia entre la
policía y el ejército israelí y la Gestapo, al grado que Rafael llega a
confundirlos. Los acérrimos enemigos de los judíos y los judíos se comportan
exactamente igual: idea fundamental en el libro de Modiano.
La negación del título también
está presente a lo largo de toda la novela como un espacio de impunidad y
desorden: el “no lugar” de la estrella remite directamente al “judío errante”: Rafael
está en continuo movimiento, va de un lugar a otro dentro de la ciudad y fuera
de ella. Viaja a otros países europeos como Suiza y Austria y Tel Aviv. Las principales
características del nomadismo son el
anonimato y la no localización en un punto determinado. Ese no lugar es el
espacio de la no identidad, del no arraigo, del desamparo, pero también de la
delincuencia sin rostro, de la absoluta impunidad.
Modiano crea todo un universo alrededor de esta metáfora
espacial que invita a reflexionar sobre la cuestión judía en Europa vista desde
una perspectiva completamente nueva, alejada de la propagandística abaratada en
la que había caído, especialmente después de la SGM. No se trata de olvidar o
subestimar este oscuro periodo de la historia, pero siempre es necesario
conocer el otro lado de la moneda para comprender la naturaleza humana en toda
su complejidad y miseria. La realidad es que hubo una complicidad en mayor o
menor grado en la mayoría de los países europeos con el antisemitismo. Esto
creó un ambiente de posguerra de conmiseración para resarcir en algo esta
complicidad, dando lugar a muchas injusticias e impunidad. Entre ellas, la
promesa de una misma tierra (lejos de Europa, que es quien tuvo que asumir su
culpa, y que se sumó al fin del colonialismo inglés y francés en esa región del
mundo) a dos pueblos distintos: el palestino y el judío provocando un conflicto
que dura hasta nuestros días. Modiano también expone cómo muchos judíos llegaron
a actuar de la misma forma que la propia Gestapo y la KGB. En vez del perdón, los
judíos colaboracionistas que llegaban al nuevo Estado de Israel se encontraban
con los suyos disfrazados de nazis juzgándolos de manera imparcial y expedita.
Unos eran eliminados sin más, y otros, llevados a kibutz penitenciarios sujetos
a programas de adoctrinamiento o reeducación al estilo de los gulag rusos.
El odio y la venganza después
de los conflictos no ayuda a la solución de los problemas ni a la restauración
de un nuevo orden porque quedan resentimientos que pasan de generación en
generación. Pueblos que han decidido parar la “carnicería” de los opositores a
un régimen determinado, como el caso de España después de Franco, han dado
ejemplo de lo que se debe hacer para romper la cadena de venganzas que sólo
lleva a más muertes. “La promesa de un país libre y democrático […] pudo mucho
más que la vieja búsqueda de desagravio o el afán de reparación” (Javier
Marías, Así empieza lo malo).
En esta primera novela de
la trilogía Modiano nos presenta la realidad de la posguerra desde el punto de
vista de un judío, “hijo” de la guerra. En ella nos muestra que las guerras
siguen produciendo muertes en cualquiera de sus formas aún después de terminadas:
desde enfermedad física a
invalidez, locura, suicidio y venganza.
Puebla, Puebla.
Octubre de 2015.
1 comentario:
Lo urdirás felicidades! Me gustó mucho se me hizo muy interesante. Puedo circularla con algu@s de mis compañer@s que eles gusta la literatura?
Saludos
Malicha
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